* Venerable Sor Filomena Ferrer

NOTAS BIOGRÁFICAS

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Filomena Ferrer nació en Móra d’Ebre (Tarragona), el 3 de abril de 1841, de Félix Ferrer, escultor, y Josefa Galcerán. Los frecuentes cambios de residencia, debido a la profesión del padre, contribuyeron a hacer de Filomena una joven sociable y alegre. Sin embargo, es una mala salud la que marca su infancia y juventud, lo que le causará muchos sufrimientos afrontados con paciencia heroica, a pesar de su corta edad; Filomena es de hecho una niña con una virtud singular, que crece en proporción a su amor por Jesús y María, alma y sentido de todas sus acciones A la edad de 16 años confía a sus padres el deseo de ser religiosa, encontrando una fuerte oposición, especialmente en su madre. En 1860, la intervención del párroco romperá este muro de contrariedades asegurando que la vocación de Filomena es auténtica. Así, el 29 de enero ingresó en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, entre las Mínimas, en Valls y al año siguiente hizo la profesión religiosa tomando el nombre de Sor Filomena de Santa Coloma.

Filomena, siguiendo Cristo crucificado, lleva una vida de grande ascesis y penitencia, de donación completa a él y a las hermanas de la comunidad. Su ejemplo produce entre las Mínimas un retorno gradual a la plena observancia de la Regla de San Francisco de Paola. Su existencia está marcada por numerosos dones sobrenaturales y experiencias místicas: elegida por el Sagrado Corazón como su apóstol, cumple la misión de propagar la devoción al Corazón Divino y el mensaje de reparación, así como la excepcional tarea de fundar un monasterio de Mínimas en Móra d’Ebre, en el que debía vivir una Comunidad de contemplativas dedicada enteramente a la reparación de los pecados cometidos contra el Sagrado Corazón. El 13 de agosto de 1868 murió sor Filomena, pero como ella profetizó, la fundación se realizó de todos modos, aunque después de unos años. Y junto con la erección del Monasterio, fue consagrado el Templo Expiatorio adyacente.

El 7 de Septiembre de 1989, el Papa San Juan Pablo II reconoció con decreto la heroicidad de las virtudes declarándola Venerable.

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