Oración al Espíritu Santo de San Agustín

Ven, dulce consolador

Oh, Divino Amor; oh, lazo sagrado

que unes al Padre y al Hijo,

Espíritu Todopoderoso,

consolador de los afligidos,

penetra en los profundos abismos de mi corazón

y haz brillar en él tu luz espléndida.

Envía tu dulce rocío

a esta tierra desierta,

para reparar su larga aridez.

Envía los dardos celestiales de tu amor

hasta el santuario de mi alma,

para que, penetrando en él, encienda un fuego ardiente,

que consuma toda debilidad, negligencia y fragilidad.

Ven, ven, dulce consolador

de las almas desoladas,

refugio en los peligros

y protector en las tribulaciones.

Ven, lava nuestras vilezas

y cura nuestras llagas.

Ven, Padre de los huérfanos,

esperanza de los pobres,

tesoro del necesitado.

Ven, estrella de los navegantes,

puerto seguro de los náufragos.

Ven, fuerza de los vivos y salvación

de los que mueren.

Ven, Espíritu Santo, ven y ten piedad de mí;

hazme sencillo, dócil y fiel;

condesciende con midebilidad

con tanta dulzura

que mi pequñez encuentre gracia

delante de tu grandeza infinita;

mi impotencia enuentre gracia

delante de tu fuerza;

mis ofensas encuentren gracia

delante de tu infinita Misericordia. Amén.

Leave Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *